Islandia, con la menor tasa de incidencia de covid-19 en Europa, levantó esta semana una serie de restricciones a bares, piscinas y gimnasios, mientras recupera una vida casi normal, concentrándose ahora en los controles fronterizos.
En Kaldi, un bar en el centro de la ciudad de Reikiavik, los barriles de cerveza vuelven a fluir desde la reapertura de los establecimientos a principios de semana.
Me siento privilegiado”, afirma Gunnar Gudjónsson, óptico de 72 años, que se juntó con un amigo después del trabajo en uno de los tres espacios delimitados del establecimiento.
Islandia es el único país desde hace tres semanas clasificado como “verde” en el mapa del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades (ECDC), lo que significa que los países de la Unión Europea (UE) están llamados en teoría a no exigir pruebas o cuarentena a los viajeros procedentes del país.
Desde mediados de noviembre, con buenos resultados, la gran isla del Atlántico norte ha ido relajando progresivamente sus restricciones, en cuatro oleadas, en una estrategia de “alivio prudente”.